jueves, 16 de junio de 2016


 

 

ATLANTICO-1

“EL PODER POLÍTICO Y LAS FUERZAS MILITARES”

 

En todos los aspectos de la vida unas de las labores más difíciles es encontrar el punto medio entre dos situaciones extremas, entre unas Fuerzas Militares que funcionan como ruedas sueltas  sin ningún control político  en razón de la especialidad de la labor castrense, y unas Fuerzas Militares sin ningún control de sí mismas que responden a órdenes directas del Presidente de la República, que en la mayoría de los casos desconocerán ambientes operacionales y tácticos que sin lugar a dudas conducirán a descalabros o fracasos para las Fuerzas.

Ninguna de las dos situaciones extremas arriba enunciadas es la ideal, las Fuerzas Militares necesitan control que provenga de un estamento político quien es el encargado de definir las estrategias de defensa nacional, pero también necesitan líderes militares con conocimiento de la actividad militar, con autoridad y mucho criterio que le permita conducir adecuadamente los hombres que componen las Fuerzas Militares basado en la jerarquía y el respeto por las órdenes de los superiores.

Los militares en Colombia tenemos absolutamente prohibida cualquier intervención en la política, nuestro único propósito es cumplir con la misión que constitucionalmente nos ha sido asignada que en nada tiene que ver con tomarse o adquirir el poder político del país; sin embargo no puede decirse los mismo de las intervenciones de la Política en el que hacer militar; pese a la especialidad de la labor castrense; los políticos de turno tienen la atribución y hacen uso de ella con mucha frecuencia de  tumbar e imponer nuevas cúpulas militares, de ubicar o desplazar las tropas de las Fuerzas Armadas en ciertas zonas del país,  de incentivar o desestimular las operaciones y los resultados operacionales;  todo  ello ignorando la táctica y la misión constitucional impuesta y atendiendo a las corrientes y caprichos políticos de turno.<

Actualmente el poder político tiene preeminencia sobre la actividad militar, esta preeminencia viene de bien atrás en nuestra historia y   ha generado mucho daño quizá tanto como el causado por nuestros  enemigos a las  Fuerzas Militares, es una situación que nos debilita operacionalmente, aunque en ninguna medida sería ideal un Ejército que actúe sin la cortapisa del Poder político, puesto que se puede salir de control al sentirse sin control, lo que si sería ideal que el Presidente se encargara de definir mancomunadamente con los altos estamentos militares las estrategias y permitiera que los Comandantes de la Fuerza emitan las ordenes, planes y políticas conforme a la táctica militar y  a los conocimientos adquiridos por la experiencia de toda una vida en ejercicio de actividades de combate. 

La solución a la situación expuesta en el texto se encuentra entonces en encontrar el punto medio o de  equilibrio entre el control del poder político que necesita toda fuerza armada al interior de un Estado, y la autonomía e independencia que requieren las Fuerzas Militares para auto- dirigirse conforme a la misión que le ha sido asignada y a la experiencia adquirida en el manejo del largo conflicto armado colombiano con los sectores de la sociedad que atenta contra el orden y las  autoridades legalmente establecidas.

 

 

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